Prefiero jugar en la calle.

- Gracias, pero prefiero jugar en la calle. Fue lo que le respondió Chucho a Mateo cuando
éste lo invitó a su casa a conocer su nuevo X-box de última generación.

Por lo general los chicos nuevos son algo raros, pero Chucho trascendía el significado de la
palabra. El día que llegó a la escuela llevaba consigo algo así como pedazos de papel
plegados que él llamaba cuadernos y que nadie sabía cuál era su utilidad; durante el receso
no se juntó con los otros niños para ver los nuevos videos que se habían subido a la red, él
prefirió salir del salón y jugar con un trozo de soga a algo que él llamaba “saltar la cuerda”,
incluso pretendió que sus compañeros lo siguieran cuando saltaba sobre unos cuadritos con
números adentro dibujados con tiza en el suelo y que él llamaba “golosa”. Lo más extraño
es que al finalizar las clases no había ningún chofer esperando por él, y fue en ese momento
cuando Mateo decidió invitarlo a su casa, él si quería ser amigo del niño nuevo, pues lo
encontraba simpático y de aspecto familiar, además pensó que tal vez Chucho era de esos
niños desafortunados cuyos padres están en casa todo el día, con ellos, sin trabajar y que no
tienen dinero para comprarles una Tablet para la escuela o peor aún, para comprarles un
chofer.

Que rechazará su invitación lo decepcionó, decepción que de inmediato se convirtió en
desconcierto cuando Chucho, justo antes de alejarse pedaleando, le guiñó un ojo
pícaramente haciendo un ademán hacia su aparatico de ruedas.
Cuando Mateo despertó llamó de inmediato a su madre, -Soñé de nuevo con el abuelo, pero
esta vez cuando él era un niño; te manda a decir que me compres una bicicleta.

Autor: Ximena Jaramillo Ochoa