Lo encontró, lo había
encontrado. Sin buscarlo, sin pensarlo. Allí. A través de esa fría pantalla, al
otro lado estaba él. Ese hombre maravilloso que siempre quiso, el que siempre soñó
y en el tono azul adecuado.
La química saltaba de
la pantalla. Canciones, chistes y poemas no se hicieron esperar para
intercambiarse entre líneas durante las noches y madrugadas. Pronto comenzaron
a adoptarse formas únicas y creativas de decirse “te quiero”, en otros idiomas,
en números y combinaciones. Un “143” para decir “i love you” llenaba su corazón
de amor y calidez antes de salir de casa.
Los días pasaban y la vida era cada vez más y
más maravillosa. La cotidianidad se volvió sublime y los problemas poco
trascendentales. Los amores intachables existían, las personas hechas a la
medida eran reales.
Un día, un “qué opinas
de esto” apareció y un link que llevaba a un álbum de imágenes de muchas
mujeres se reveló.
Había de todos los
tamaños y contexturas; morenas, rubias, de ojos de sol y de luna, de cabello
corto y largo, altas y bajas, grandes y pequeñas. Desconocidas, pero con una
historia en común: él.
Todas aquellas extrañas
representaban amores, amigas o mujeres, que simplemente habían pasado por su
vida y dejado alguna enseñanza. Y eran demasiadas para pasarlo por alto. Sofía
buscó, por primera vez en aquella inigualable historia de amor, qué había en el
pasado de aquel varón.
Un corazón se congeló y
se quebró al caer en la realidad, cuando descubrió que aquel impecable discurso
no era fruto de la improvisación o del amor. Muchas de esas hermosas mujeres
que aparecían allí a blanco y negro, también habían compartido con él las mismas canciones, los mismos poemas y los
mismos “143”.
Autor: Maria Isabel Montoya Medina
El cuento está bien escrito, sostienen una trama, hay manejo de lso tiempos y un buen uso del lenguaje.
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