miércoles, 25 de marzo de 2015

143

Lo encontró, lo había encontrado. Sin buscarlo, sin pensarlo. Allí. A través de esa fría pantalla, al otro lado estaba él. Ese hombre maravilloso que siempre quiso, el que siempre soñó y en el tono azul adecuado.
La química saltaba de la pantalla. Canciones, chistes y poemas no se hicieron esperar para intercambiarse entre líneas durante las noches y madrugadas. Pronto comenzaron a adoptarse formas únicas y creativas de decirse “te quiero”, en otros idiomas, en números y combinaciones. Un “143” para decir “i love you” llenaba su corazón de amor y calidez antes de salir de casa.

 Los días pasaban y la vida era cada vez más y más maravillosa. La cotidianidad se volvió sublime y los problemas poco trascendentales. Los amores intachables existían, las personas hechas a la medida eran reales.

Un día, un “qué opinas de esto” apareció y un link que llevaba a un álbum de imágenes de muchas mujeres se reveló.

Había de todos los tamaños y contexturas; morenas, rubias, de ojos de sol y de luna, de cabello corto y largo, altas y bajas, grandes y pequeñas. Desconocidas, pero con una historia en común: él.
Todas aquellas extrañas representaban amores, amigas o mujeres, que simplemente habían pasado por su vida y dejado alguna enseñanza. Y eran demasiadas para pasarlo por alto. Sofía buscó, por primera vez en aquella inigualable historia de amor, qué había en el pasado de aquel varón.

Un corazón se congeló y se quebró al caer en la realidad, cuando descubrió que aquel impecable discurso no era fruto de la improvisación o del amor. Muchas de esas hermosas mujeres que aparecían allí a blanco y negro, también habían compartido con él  las mismas canciones, los mismos poemas y los mismos “143”.

Autor: Maria Isabel Montoya Medina




1 comentario:

  1. El cuento está bien escrito, sostienen una trama, hay manejo de lso tiempos y un buen uso del lenguaje.

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