En un albergue de la rue Mouffetard, un hombre se hospedaba cuando la noche caía; tan
solo un cigarro, una botella de coñac y un cuarto oscuro con muchos muebles viejos y tres
espejos de cristal pulido formando un semicírculo, le acompañaban en una noche.
El hombre había caído en la miseria por la muerte de su amada, una cortesana de
Montmartre. Decidió que al llegar la luna, frente a los tres espejos dividiría su psique en los
reflejos para matar a su Ello, destruyendo el espejo de éste y dejando tan solo a su Yo y su
Superyó, de tal forma que este tercio de suicidio pudiera acabar con el amor que sentía por
la cortesana, extinguiendo el velo de su alma que se la recordaba en todo momento.
Se posó en frente de los 3 espejos dispuestos para que el reflejo de la luna cayera sobre su
cuerpo y se vio envuelto en muchas dimensiones. Ya estaba hecho, el hombre podía ver tres
versiones de sí mismo, con diferentes convicciones y anhelos y tan sólo con la mirada le
bastó para reconocer a su Ello que inquietamente hacía ademanes de desespero al no
encontrar el recuerdo de la joven. El hombre sintió sosegarse por un momento y se dio la
vuelta para asir a sus manos temblorosas la pica metálica de la chimenea y golpear el espejo
del Ello, pero al incorporarse a la mitad de los tres espejos, percibió algo terrible; el estupor
que sentía le bastó para derramar unas cuántas lágrimas de locura, la luz de la luna se
extinguió y su alma volvió a unirse, se arrodilló abatido mirando el cuerpo en el
suelo...Seguía recordando a su amada muerta.
Ello había asesinado a Superyó justo antes que la luna se apagara.
Autor: Ivan Dario Castrillon Escobar
El cuento es algo confuso de enternder pero a la vez hace que tus emociones encarnen en el personaje en el personaje, es frio y en cierta parte una verdad,
ResponderEliminarEl cuento es magnifico
gracias.
Eliminarivan buen escrito
ResponderEliminarIte en el persi, me gusto, es frío y enigmático
ResponderEliminargracias tío.
ResponderEliminarEl cuento es muy confuso. Y no lo es precisamente por el desconocimiento que pueda tener el lector de las teorías psicoanalíticas, sino por la redacción. Le habría venido muy bien al cuento un poco de simplicidad en el lenguaje. En eso consiste el arte del escritor: en conseguir que alguien que jamás haya escuchado sobre el "Yo", el "ello" o cualquier otro tema, logre hacerse una idea de lo que lee.
ResponderEliminarEl hombres es uno y muchos a la vez. El cuento me hizo sentir la angustia de ese hombre atormentado en un cuhitril en París. Sigue escribiendo que estas historias se te dan muy bien.
ResponderEliminarMuchas gracias compañero, esas palabras animan mucho.
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