jueves, 26 de marzo de 2015

Tren hacia el olvido.

No le reclamo a Dios, tampoco a Satanás, voy sin mirar atrás… pensaba él, en esa fría
tarde de abril, en un vagón de un tren, en el cual iba, sin destino resuelto.
Observaba detalladamente sus alrededores con una mirada penetrante; la
muchedumbre en la estación al partir el tren; el paisaje cambiante; los demás viajeros y
oficiales; la dama del lado con la cual intercambiaba miradas desde hacía un instante.
Pensaba tal vez, que examinaba detalladamente aquel ambiente, como intentando
encontrar en éste algo que lo abstrajese de su propia conciencia, sin embargo ocurría
todo lo contrario, pues lo que siempre buscaba era a ella, Luciana. De pronto una voz lo
interrumpió.

 …¿desea algo señor?

Era una oficial. Ya había pronunciado algunas palabras cuando logró notar su
presencia. Aún sumergido en sus pensamientos y, contemplando la cara interrogadora
de aquella joven, la recordó; como si estuviese sentada al frente suyo, teniendo una de
tantas conversaciones fugaces…
Podrías traerme un café -contesto él.

 Enseguida señor.

Una densa neblina apareció en el paisaje, un panorama nostálgico se divisaba de
pronto, pensó que no sería mala idea hablarle a aquella dama sentada en la fila de al
lado, pero no lo hizo, tuvo entonces lugar esa conversación con la que siempre soñó.

 ¿Alguna vez me quisiste de verdad? –Le preguntó ella.

 ¿Qué si te quise dices? –respondió a manera de sátira- es gracioso que lo

preguntes, tal vez te quise, o incluso puede que te haya “hamado”, desde el día
que te vi en el café francés y decidí que debía hablarte, hasta el día que terminé
abandonado a mi suerte en la carretera, fue ahí cuando me di cuenta, que te
hamaba, con “h” pues no era más que un error, una palabra vacía sin significado.
Tenía que dejarte también. Pero mírame, huyo sin sentido, ya que no haces más
que seguirme.

Interrumpido de nuevo por la oficial, recibió el café; oscuro, cálido, pero lo que más le
llamó la atención fue una nota, que decía:

Yo siempre te he amado.

- Lucy.

Autor: Daniel Montes Pinzon 

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