Hace mucho tiempo en una tierra, no tan lejana y cuyo nombre el tiempo ha borrado, existía
una mujer llamada Samira, Samira era como cualquier otra mujer, o debería decir madre,
porque ella no era nada más ni nada menos que la orgullosa madre de un pequeño e
inocente niño llamado Lio y como era de esperarse de toda madre; ella lo cuidaba,
alimentaba, vestía y sobreprotegía, los deseos de mantener a su hijo a salvo eran tan
incontrolables que en ocasiones ni siquiera el padre del niño podía entrar a la casa, la
familia de Lio, no era precisamente rica, pero el niño creció entre muchos lujos y caprichos,
su madre le daba todo lo que quería, salvo una cosa, para el pequeño Lio todos sus deseos
eran realidad, menos la posibilidad de salir de su casa, él decía.
Mamá por que no puedo salir de la casa, y ella le respondía.
Mi querido niño, ¿Por qué quieres salir, que más podrías querer, si todo lo que pides lo
traigo ante ti? Y anuqué Lio jamás encontró respuesta a esa pregunta, sus deseo de salir no
cedieron.
Una noche cuando sus padres dormían Lio salió, seducido por el brillo de la Luna azul que
flotaba sobre un abismo, Lio se estiro para tomar una parte de esa luz y resbalo, pero no lo
hizo solo, antes de caer su madre apareció y lo agarro pero no logro equilibrarse, Lio
sobrevivió, pero Samira…
¿Qué acaso ella murió?
Me temo que si niños, pero antes de que lloren, quiero que escuchen el final y dice así:
…Samira murió, pero aun protege a cualquiera que sienta deseos de saltar y lo hace
contándole esta historia a cualquiera que se acerque lo suficiente a un abismo como para
caerse, solo ellos lo saben.
Autor: Mateo Sepúlveda Zapata
No hay comentarios:
Publicar un comentario