Despertó asustado,no
sabía por qué estaba allí;el terreno sobre el que estaba acostado era ligeramenteinclinado,
se sentó,tenía maltratada la espalda y el cuello, los pies descalzos apoyados en
algo duro; empezó a buscar a tientas con las manos para saber dónde estaba, se
dio cuenta que había dormido en la raíz de un árbol; aun aturdido se levantó
cuidadosamente y empezó caminar, bajaba despacio, la tierra húmeda le hacía
contraer los dedos de los pies ypor el cuerpo le subía un frío húmedohasta la
cabeza. Paro un momento, a su memoria llegaba laúltima imagen delsueño que lo
había despertado, -un anciano de barba blanca lo señalaba con el dedo-, entonces
se echó a reír como cuando era un niño;siguió caminando a paso más seguro; empezaba
a clarear el día, al fondo podía ver la cordillera de un color azul pálido, ¡ya
sabía dónde estaba!Divisola primera hilera de casas, lleno sus pulmones de aire
fresco, no sintiófrío;notó que tenía puesta el pijama, hizo
otra pausa para reírse de sí mismo y siguió su camino; bajo tres cuadras y
volteo a la izquierda, en la tercera casa se sentó en la acera a ver el
amanecer.
Autor: Olga Lucia Piedrahita Gutierrez
No hay comentarios:
Publicar un comentario