miércoles, 25 de marzo de 2015

Etéreo

Era la sexta vez que iba en menos de un día.  Alentada por cualquier motivo; una copia, un libro, una duda…
Ese extraño sentimiento se le estaba tornando en algo incontrolable. Cualquier excusa era válida: necesitaba verlo.
Al ingresar al lugar ella tomaba asiento desde un sitio privilegiado, el cual era elegido según la ubicación de él,  No podía estar ni muy cerca ni muy lejos. La distancia entre ambos debía ser perfecta.

Una vez  instalada  en el lugar exactorecorría con su mirada minuciosamente el rostro de él; piel lozana y algo pálida, anteojos gruesos que le daban un toque cómico pero no por eso menos interesante, su ondulado cabello generalmente estaba sujetado por un elástico, y lo infaltable; su sombrero.En una cultura donde el sombrero solo era un accesorio propio de algunos campesinos o servía de disfraz para los días de cabalgatas, Él lo llevaba con tanta propiedad.

-¿En qué puedo colaborarle?- Le pregunto un día en que llevada por un impulso había cometido la torpeza de revolotear por largo rato cerca de él sin hacer nada preciso.

-En nada, gracias-. Respondió y salió prontamente aturdida.
No sabía nada de él, no necesitaba saber nada de él.

La jornada académica pronto terminaría, sin embargo, mañana como siempre ella  estaría puntual, frente a la gran puerta, mirando su reloj impaciente, acompañada de un par de libros,su cuerpo turbadopresa de una zozobra inevitable, todo esto sucedería mientras camina con aparente indiferencia hacia la biblioteca.

Autor: Leydi Johana Cano Arcila


1 comentario:

  1. El cuento acude a muchos clichés. Le falta fuerza y originalidad. Sin embargo, hay un buen uso del lenguaje literario

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