Fue feliz volviéndola a ver. Recordar el movimiento de su pelo al son del caprichoso viento,
su sonrisa eterna, sus ojos lo envolvieron en el velo de sentirse suyo, descubrió el tenerla
entre sus brazos, fue real, su cuerpo era real, su piel extremadamente sensible al tacto, amó
sentirla al besarla, se estremecía, quiso recorrer cada centímetro de ella con sus labios pero
tan solo la abrazo viendo la aurora final del sol al desaparecer, desaparecer que llevo consigo
su felicidad. El despertar fue horrible, ya no estaba allí, cerró los ojos, quiso verla a oscuras,
pero los rayos de sol entrando en la ventana devolvían a él la realidad. Quiso oírla en silencio,
quiso sentirla en medio de su ausencia, no lo lograba, había sido un sueño, un sueño
maravilloso ante sus ojos que ahora tan solo era contrastado con una realidad vacía sin ella.
La cruda realidad lo aplastaba sin la menor compasión, la sentía en él, ella era real en él,
¿pero él, lo era para ella? ¿Era real?
Fue allí que lo entendió. ¿Sería ahora tan solo el monstruo en su cabeza, que sufre ante el
psicólogo, que presumiendo de real le pide que lo olvide?...
Autor: Daniel Vasquez Hernandez
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