Cada noche, alrededor de las 8pm, a las afueras de un pequeño pueblo se ve
llegar una hermosa dama a un acogedor establo, donde permanece su caballo. Aquella dama, de cabellera larga, ondeada y negra, ojos negros, piel fresca y algo
cetrina; asistía sin falta a cepillar y trenzar la crin de su caballo.
Cerca al establo, había una humilde casa, allí vivía Marcos, un joven que cada
noche esperaba afuera de su casa para admirar aquella hermosa dama que
visitaba su caballo.
Ella caminaba frente a la casa de Marcos en busca de su
caballo. Jamás cruzaron palabra pero Marcos quedaba tan fascinado con su
belleza que no necesitaba hablarle para sentirse feliz.
Pasaron los años, y tanto la dama como Marcos, seguían la misma rutina cada
noche a la misma hora, y mientras Marcos envejecía, la hermosa dama
permanecía intacta, con su piel perfecta y su juventud, los años nunca afectaban
su cuerpo.
Una noche, Marcos esperaba a su bella dama como de costumbre, pero por
primera vez en años, ella no llegó a visitar su caballo. Fue tal la angustia de
Marcos que decidió esperarla en el establo. Al llegar allí, encuentra que el caballo
de la dama yacía muerto; eso explicaba su ausencia. Marcos sabía que no
volvería a ver la hermosa dama del establo. Sin embargo, no perdió la esperanza,
y como siempre, cada noche a las 8pm, esperaba afuera de su casa.
Marcos nunca más volvió a ver aquella dama, pero en cambio, cada noche,
alrededor de las 8pm, a las afueras de un pequeño pueblo se ve llegar un
hermoso caballo de crin larga, ondeada, negra y trenzada, de ojos negros. Este
pasa frente a la casa de Marcos rumbo al acogedor establo, y que al pasar, le deja
una leve sensación felicidad
Autor: Ana María López Mora
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