miércoles, 25 de marzo de 2015

XV

El águila dorada se teñía de sangre profusamente, entre tanto caía al suelo lentamente, la
respiración se aceleraba y el corazón latía de manera errática, el águila continuaba cayendo
hasta encontrarse violentamente con el suelo y romperse en pedazos hasta quedar hecha
casi polvo, solo la cabeza quedo intacta, pero como capricho del destino, ésta rodó hacia un
lado y quedó en posición vertical, el águila veía fijamente, la sangre brotaba de su base y
entre ésta podía verse a relieve:

XV

-¡no!- gritó estruendosamente la mujer levantándose de su cama y sentándose en ésta,
sosteniendo fuertemente las sábanas

-¡¿Qué te ocurre Calpurnia?!- dijo el hombre, pelón y cano, levantándose igualmente y
sosteniendo a su esposa por los hombros.

-no vallas hoy, por favor no vayas hoy a tus labores, te lo ruego-

-¡por amor a Júpiter, Calpurna, ¿qué te ocurre?!-

-no vayas, te lo ruego- la mujer se echó a llorar en los hombros de su marido, éste no hizo
caso a la advertencia de su mujer y dejando de lado cualquier temor se levantó y dejó a su
esposa.

Organizó sus ropajes y sus archivos y salió de su casa, caminó entre las calles rodeado de
sus seguidores y estando en las escalinatas del capitolio encontró a un viejo conocido, al
cual recordaba por sus negativos y mortales vaticinios sobre los décimo quintos días del
mes de Marte, se acercó a el andrajoso hombre y le dirigió las siguientes palabras:

-el idus de marzo ya está aquí, viejo, y yo sigo con vida-

-sí, pero el día no ha acabado-

El político no prestó atención al vidente y siguió por las escaleras del edificio, cruzó el
umbral de la inmensa puerta y en la distancia escuchó gritar al viejo loco:

-¡cuídate de los idus de marzo, Julio!-

Autor: Alvaro Diego Bedoya Zapata

1 comentario:

  1. Hay un juego muy interesante al principio, pero el texto en su totalidad no alcanza una cohesión. Habría que mirarlo completo, por que se nota que estos son fragmentos.

    Un saludo.

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