Hay submundos tan increíbles en tu pierna, no sabes, no
tienes idea de la hoja que cae en la tarde, de que en esa extensión en
apariencia tan pequeña hay un montón de pequeñines tal vez azules o de otro
color que se aglomeran en un conjunto extraño para poder caer de tu pierna al
vacío, del vacío al alma.
Empiezas con un suave tono de jazz, salgo a la calle y te
veo al otro lado, te defines en un lugar diferente, apartado del andén y los
pequeños que son objeto de mi narración, lejos del ruido que nace mientras
comienzan a jugar.
Llegan como por arte de magia; se presentan a declarar la
guerra en un pequeño círculo, buscando sin prisa a quien asesinar, pobres
chicos, en un solo pie dando saltitos, eligiendo a quien invadirán; no hay
osos de peluche, ni caballos de madera,
seguramente nunca los habrá. Me levanto
para buscarte, para perderme del otro lado junto a vos, enteramente incierta tras la guerra de
juguete.
Avanzo, llego al centro del conflicto, soy rodeado por
los niños; en la esquina, un hombre –posiblemente un abuelo – mira con un
tabaco en mano y una sonrisa en la cara, observa con aprobación ese pequeño mundo;
intento correr, volar junto a vos, te necesito y te llamo… ahora lo comprendo, eres
una muerte mala, acabada y vencida;
entiendo todo mientras caigo. La guerra había terminado mucho antes de
comenzar. Si los niños fueran niños; lamentablemente no lo son.
No importa si vivo o muero, querido mayo, aún desnudo,
desde hades te seguiré amando como una partícula propia a tu pierna que se
conglomera en un viernes barato y de poca monta, para renegar del verde y poder
caer. A tu alma –mayo –espero algún día
poder llegar.
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He leído ya varios cuentos de este tipo. Quiero decir del tipo poético y reflexivo. Este es el mejor de los que he visto. Sólo una cosa: en las frases "sin prisa a quien asesinar" y " eligiendo a quien invadirán", la palabra "quién" debe ir con tilde, porque en las frases no las usas como pronombre o adverbios, sino como interrogaciones indirectas.
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