jueves, 26 de marzo de 2015

METAFICCIÓN

Digamos que Catalina se despierta. Digamos también que no es un despertar de los
habituales, que no es un simple abrir los ojos y ver los primeros rayos de sol y levantarse
de la cama y estirar el cuerpo y disponerse a empezar un nuevo día. No. Digamos que
Catalina se levanta con una certidumbre que le taladra el pensamiento, un sobresalto, un
sinsabor. Convengamos que lo asume con calma, que de golpe comprende que no vale la
pena pretender torcer el curso del destino. Que su destino no es suyo, que no lo pertenece.

Entonces Catalina se alista como para cumplir una cita; una cita con nadie, en ningún lugar
y a ninguna hora. Una cita difusa pero que ella sabe ineludible.
Paralelamente, en la misma ciudad y en el mismo tiempo, un hombre escribe la vida de
Catalina, es decir, escribe sobre el final de la vida de Catalina. El hombre es un urdidor de
ficciones que ha resuelto llevar su arte al límite. Encerrado en su habitación, sentado frente
a su computadora o delineando con su lápiz Faber número dos, ha escrito este texto que
usted está leyendo ahora porque lo encontró abandonado en una silla o publicado en algún
blog en internet. Usted se enterará que el escritor tiene a Catalina. «Tengo a Catalina», lee
usted, y cuando lo haga lo asaltará la duda y se preguntará —como en otro tiempo también
lo hizo el escritor—, dónde termina la realidad y dónde comienza la ficción. Y más abajo
leerá que le asiste la tarea de ayudar a Catalina, que su destino está en sus manos «Si la
quiere salvar, vaya a la calle Colombia hoy a las 4 p.m.», y entonces una incertidumbre le
comenzará a taladrar el pensamiento, y usted ya no sabrá si Catalina es real—o no—, ni
sabrá tampoco si alistarse para acudir a la cita que la salvará—o no—. Y al final usted
perderá la calma y terminará por cuestionarlo todo: este texto, la silla, este blog, la Internet,
los rayos de sol que lo despertaron esta mañana, su cuerpo, su existencia misma...

Autor: Carlos Julio Nova Lopez

2 comentarios:

  1. Está muy bueno. Es un cuento muy inteligente e innovador. No se queda en el tradicional inicio-nudo-desenlace. Muy bacano porque involucra al lector. Siento una influencia de Cortázar merodeando por allí. Otra cosa es que cumple con una premisa importante del cuento: la circularidad, ya que logras conectar muy bien a Catalina con el lector, que en últimas, termina siendo otro personaje más.

    ResponderEliminar
  2. Qué buen texto, hombre. Felicidades.

    ResponderEliminar