jueves, 26 de marzo de 2015

Carta de una casa vieja.

Sé que ahora te aburrís con mis corredores, algo fríos, pero llenos de recuerdos.
De mi patio, algo rústico, pero cálido cuando llegabas del colegio. De mis
habitaciones, amplías para que jugaras, pero aparentemente insuficientes para tu
anhelo adolescente. Y es que las cosas cambian, vos cambiás y yo también, vos
ya sos grande, y yo ya soy vieja.

¿Acaso ya no estás a gusto entre mis paredes? ¿Con la luz que entra por mis
ventanas cada mañana? ¿Con el color de mis alfardas de madera? ¿El sonido de
la lluvia sobre mis tejas de barro en la noche?

Dime ¿Dónde quedan las memorias de tantos años que pasaste aquí?

En tus juguetes, en tus muebles y tus amigos, pero no en mí, una simple casa
pintada de azul... ¡Y qué más quisiera yo! ¡Que más que te refirieras a mí como
ese viejo tango que tantas veces cantaste corriendo sobre mis baldosas! Ese
llamado Cuartito Azul.

Supongo que ahora soy yo quién te canta a vos porque te vas. Y seguro llegará
alguien más a correr y vivir acá, a pintar estas paredes azules de rojo, o blanco, o
negro, a desmaterializar lo que fui, lo que soy, que sé yo.

Me despido pues, repasando esa letra que me recuerda tanto a vos, guardando
los recuerdos entre estas paredes de tapia, en estas ventanas altas, en este
portón. Estaré acá tanto como estas columnas puedan. Sin embargo, muchacho*,
te lo juro, nunca estuve tan triste como hoy.

Autor: Federico Ortiz Velasquez

2 comentarios:

  1. Fede, muy bonito y emotivo el cuento. :)

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  2. Esta muy lindo!! no se te quita lo arquitecto en el papel de escritor ;)

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