A Horacio Quiroga
Inicio/trama:
La oscuridad es un fenómeno que no me impide ver quien merodea cerca. En mi condición de nictálope urdo la última puntada de la trampa. Ahora siento que por el luminoso corredor pasa ella una y otra vez, quien mira atenta por las pequeñas hendijas de la puerta, hasta donde los pequeños destellos alcanzan a cortar la densa oscuridad de la habitación; y creería que siente curiosidad por lo que hay en este vacío, pues sus ojos no logran ver más allá de la barrera oscura que me separa de ella, de la tímida, de la miedosa, de la muy atrevida que me hace esperar para el goce placentero de estremecerla contra mi cuerpo, de poder sentir su desprecio y temor hacia mi impúdico procedimiento.
Desarrollo/nudo:
Abren la puerta, de repente la intermitencia de la luz desvanece cada espacio de oscuridad y por fin me convenzo de que va hacer mía, y me adueñaré de su cuerpo con vehemencia, con apetito salvaje desmembraré cada una de sus extensiones, al momento en que gozaré de sus revoloteos infructuosos por tratar de huir y sabrá entonces que ella me pertenece.
… y las predicciones no fallaron, en su cambio de rumbo se acerca con celeridad hacia su inevitable cita con la muerte. Y cae en la trampa, me monto encima de ella, me cercioro de que esté bien sujeta y le penetro en su parte más blanda, en medio del éxtasis dejo en ella mi humor que al final de un lento sopor de sus energías desfallece frente a mi dominio.
Desenlace/final:
Son cuatro muros, largos y cortos, la mosca cae en la trampa, el desespero y la seda se encargan de brindarle el banquete a la araña de la esquina del cuarto.
Autor: Oscar Javier Zapata Hincapie
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